“TERRORISMO DE ESTADO Y ARCHIVOS SECRETOS – EL CASO AMIA”

De derecha a izquierda: Dr. F. Delgado, Dr. J. Tokatilian, L. Ginsberg y C. Lozano


Nora Cortiñas y Adolfo Pérez Esquivel






MESA DEBATE CONVOCADA POR APEMIA EN OCASIÓN DEL 22º ANIVERSARIO DEL ATENTADO A LA AMIA, REALIZADA EN LA ASOCIACIÓN DE ABOGADOS DE BUENOS AIRES EL 18/07/2016.




TRANSCRIPCIÓN DE LAS EXPOSICIONES DE LOS PANELISTAS


Accesos Directos a:

1. INTRODUCCIÓN

Fue para nosotros un honor contar con los panelistas invitados a esta mesa debate que abordó el tema “Terrorismo de Estado y archivos secretos – El caso AMIA”.

En las páginas que siguen, encontrarán la transcripción de sus ponencias. Cada uno de ellos nos aportó sus reflexiones y su perspectiva desde los ámbitos académico, jurídico y político, después de 22 años de impunidad en el crimen de nuestros familiares y amigos en la AMIA.


A lo largo de esas exposiciones se plantearon conceptos que implican renovados desafíos para pensar la cuestión. Desde la necesaria apropiación social de la cuestión AMIA, a la cuestión de recuperar el tema AMIA como un tema de política interna; desde reconocer que el gobierno nacional hace una defensa del secreto de Estado que se plantea como una renuncia consciente al reclamo de “Verdad y Justicia”, hasta comprender que la razón profunda para que el Estado haya contribuido a encubrir el atentado radica en que el Estado mismo está involucrado en el crimen terrorista, fueron algunos de los conceptos que atravesaron las intervenciones y nos permitieron abordar el tema de manera más integral, facilitando la comprensión de la “coyuntura crítica” que nos toca transitar.

Agradecemos a Norita Cortiñas (Madres de Plaza de Mayo – LF) y a Adolfo Pérez Esquivel (Premio Nobel de la Paz) por compartir con nosotros sus palabras de aliento, así como a las autoridades de la Asociación de Abogados de Buenos Aires, a los amigos y organizaciones que nos hicieron llegar sus adhesiones y al público presente y que nos dejó claras muestras de su interés por las opiniones desarrolladas.

Agradecemos muy especialmente a Juan Tokatlian, a Federico Delgado y a Claudio Lozano por habernos acompañado con sus reflexiones y aportes en oportunidad de este nuevo aniversario.

APEMIA

Agrupación Por el Esclarecimiento
de la Masacre Impune de la AMIA



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2. DISCURSO DE APEMIA

Hoy se cumple un año más de la masacre impune de la AMIA.

Han transcurrido 22 años y, aunque parezca mentira, aún no se ha iniciado investigación alguna. Los cientos de miles de papeles acumulados en más de 70 causas judiciales y 500 incidentes, la creación de fiscalías especiales, unidades especiales de investigación, direcciones de unidades antiterroristas, etc., no esclarecieron nada. Sólo sirven para hacer propaganda del Estado y mostrar que “algo se hizo”.

Han transcurrido 22 años sin imputados ni presos ni condenados por el crimen más grave del terrorismo de Estado cometido en nuestro país desde la llegada de la democracia. Aún hoy, ni jueces ni fiscales tienen idea de quiénes son los responsables.

Cuando está probado y reconocido que el Estado nacional sabía que se iba a cometer un atentado, que sus fuerzas de seguridad e inteligencia participaron de la tarea y la encubrieron durante 22 años, ¿qué más hay que esperar para reconocer que se trata de un crimen de Terrorismo de Estado en democracia?

En esta oportunidad, los hemos convocado para compartir ideas y propuestas, y debatirlas. Para ello, invitamos a los panelistas que nos acompañan que, preocupados por el tema, nos brindarán su punto de vista y sus aportes al debate sobre “Terrorismo de Estado y archivos secretos: el caso AMIA”.

Les agradecemos su participación y compromiso.


El sentido de esta intervención es brindar un marco en el cual queremos discutir los problemas actuales, abordar nuestra perspectiva, provocar una reflexión y construir juntos una salida política para superar la impunidad reinante.

¿Cuáles son las novedades en este vigésimo segundo aniversario?

Podemos hablar de dos hechos políticos que han dominado el escenario durante el último año: el inicio de un nuevo juicio oral y la presencia de un nuevo gobierno en nuestro país.

El juicio oral que tiene como acusados a la plana mayor de las principales figuras políticas, jurídicas, de los servicios de inteligencia y policiales del país, se cocinó lentamente durante 16 años y salió de apuro como consecuencia de la presión que recayó sobre el gobierno de Cristina Kirchner tras la muerte del Fiscal Nisman.

Tardaron 16 años en establecer que hubo irregularidades y delitos en una investigación judicial, lo que revela en sí mismo que el juicio oral es el producto de la continuidad de tantos años de encubrimiento que el Poder Judicial ayudó a articular.


¿Qué esperanza se puede tener en un juicio de estas características que, además, se sustancia con los archivos secretos cerrados?

La esperanza de obtener justicia de manos del Poder Judicial está agotada. 
Podemos reconocer que fue un estado de ánimo de muchas víctimas hace 15 años, cuando estaba por comenzar el llamado juicio histórico que puso en libertad a todos los acusados de haber sido partícipes del atentado. El resultado de ese juicio liquidó cualquier ilusión.

El nuevo juicio oral se manifiesta como un retroceso respecto del anterior hasta en las formas jurídicas, toda vez que hace 13 años pudimos escuchar el testimonio de los agentes de inteligencia. Por el contrario, en esta oportunidad, los jueces resolvieron imponer el secreto sobre los testimonios de quienes integraron la SIDE hace 17 años, aún cuando el Poder Ejecutivo los había liberado hacía tiempo de guardar secreto ante los jueces. No permiten que el público conozca la trama acerca de cómo se construyeron el encubrimiento y la impunidad ni que las partes acusadoras hagan público el papel que en esa trama cumplieron los tres poderes del Estado.

Insistir con el intento de esperanzar a la sociedad identificando al Poder Judicial con los valores de Justicia sólo es un esfuerzo por manipular la conciencia que la sociedad tiene de la necesidad de superar la impunidad y a sus organizadores.

Después de 22 años en que el Estado argentino hizo de todo para encubrir su papel criminal en el atentado y en medio del desarrollo de este juicio mezquino, se produjo el cambio de gobierno.  


No debe sorprender que el nuevo gobierno muestre notorias dificultades para elaborar una política propia y hasta se muestre dividido a la hora de abordar el tema del atentado a la AMIA.


Pasaron 7 meses desde su llegada y las medidas que tomó no contribuyeron a revertir una política de Estado construida durante tantos años: la política de encubrimiento.


En más de un sentido, muestra claras líneas de continuidad con el pasado que profundizan el encubrimiento y la impunidad.


El actual gobierno reforzó el secreto sobre las actividades del servicio de inteligencia y eliminó por decreto los controles establecidos por ley. También decretó una mayor autonomía para las fuerzas armadas, lo cual significó un retroceso sobre el control civil de estas fuerzas. Y específicamente en el tema AMIA, se niega a abrir los archivos secretos aún cuando, con mucho cuidado, se lo pidieron los propios fiscales.


Es difícil hablar de “cambios” o de “avances” contra la impunidad en las políticas del nuevo gobierno. No han tomado ninguna medida concreta para conocer la verdad y castigar a los responsables del crimen de nuestros familiares y amigos en la AMIA.


Pareciera que el nuevo gobierno continúa con las políticas de Estado de gobiernos anteriores y sólo está interesado en seguir judicializando un crimen político y forzarnos a desfilar por el estrecho camino de los juicios amañados, que ni siquiera pueden establecer la conexidad entre las decenas de causas judiciales pendientes.

Estos manejos ya fracasaron, y el gobierno de Macri tiene dificultades para formular nuevas políticas a nivel local e internacional.

En el marco internacional más general, después del acuerdo firmado por las grandes potencias y las Naciones Unidas con Irán un año atrás, la derogación del Memorando no significó avance alguno en la investigación de nada, y sólo tuvo por objeto satisfacer la demanda del Estado de Israel y sus grupos de presión locales, más interesados en salvar al gobierno de Netanyahu que en esclarecer las responsabilidades criminales del Estado nacional en el atentado de la calle Pasteur.

Es interesante observar que mientras nos entretienen con promesas jurídicas o de futuros nuevos juicios y nos acusan de querer politizar el atentado, los responsables políticos del Estado con la complicidad de DAIA, AMIA y otros lobbystas internacionales presentes hoy en Buenos Aires, trabajan en secreto para establecer acciones políticas de las cuales nos marginan expresamente. Estamos hablando de los “Juicios en ausencia” y de posibles planteos y juicios contra Irán en las Naciones Unidas, a los cuales ya nos opusimos en el pasado.

El gobierno argentino dice que pretende reinsertarse en este marco internacional. Para hacerlo, no tiene mejor idea que reflotar una variante de los planteos que ya fueron llevados ante las Naciones Unidas y que ya fracasaron durante el gobierno de Kirchner, que desde 2003 presentaba a la Argentina como motor de la guerra contra Irán y el Eje del Mal en América Latina.

Aquello que se presenta como un planteo nuevo es, en realidad, un planteo viejo, superado por los acontecimientos. En cualquier caso, implica un retroceso para cualquier estrategia que proponga conocer la verdad y denunciar las complicidades internacionales que facilitaron el atentado.

De esta manera, el gobierno de Macri restablece líneas de continuidad con la política del gobierno anterior, que también contaba con el apoyo expreso de DAIA, AMIA y la Embajada de Israel. ¿De qué cambios están hablando?

El Estado argentino no puede ofrecer ninguna propuesta creíble para esclarecer el atentado a la AMIA… porque está involucrado en el atentado. Ha cometido un acto de terror en democracia para lo cual dispuso de su servicio de inteligencia y fuerzas de seguridad entrenados para esta tarea durante la dictadura genocida, y luego ocultó las huellas de su criminalidad en documentos secretos.


La política del encubrimiento y la impunidad del crimen de la AMIA emparentan a 10 mandatos presidenciales durante la democracia y, en su esencia, nos siguen vinculando a la etapa más oscura y criminal de la historia argentina.

Quedarnos parados en el lugar en que el Estado nos tiene que proveer Verdad y Justicia porque así lo dicen los textos constitucionales, sólo traerá más dolor y una mayor frustración, como se evidenció hoy en los otros actos de los familiares de las víctimas que ya no creen posible que haya justicia y hasta dudan de la posibilidad de conocer la verdad sobre los hechos.

Es doloroso pero hay que asumirlo. Es un hecho que el Estado argentino sostuvo la impunidad y tiene la decisión de construir un nuevo relato, dirigido a los más jóvenes, para contarles una historia que no se funda en la verdad y lo exculpe de cualquier responsabilidad criminal propia.


Lo que está en juego es el tipo de sociedad en que queremos vivir.

Nosotros estamos convencidos que podemos conocer la verdad y con ella impulsar el juicio y castigo para todos los culpables. No es un concepto místico.

Después de 22 años, la Verdad no será una concesión que venga de las manos del Estado.

La obtendremos en una lucha por difundir estas ideas y en el reclamo de tantos años por abrir los archivos secretos y constituir una Comisión Investigadora Independiente, vinculándonos y en solidaridad con otras causas populares contra la impunidad y en defensa de los derechos humanos.


No es un capricho. Estamos hablando de un crimen político y en ninguna parte del mundo esta clase de crímenes los resuelve un juez. Por eso es necesaria una Comisión Investigadora cuya integridad va a estar dada por la calidad de sus miembros, personalidades independientes, todos ellos referentes incuestionables por su trayectoria intachable en el ámbito de los derechos humanos, del pensamiento, del trabajo y de la sociedad argentina en general.

Para que el trabajo de la Comisión sea viable, la condición es que el gobierno y el Congreso Nacional dispongan la apertura de los archivos aún en poder de las fuerzas de inteligencia y seguridad.

Lo dijimos y lo volvemos a repetir: esperamos que el gobierno impulse el debate de nuestro proyecto de ley y su aprobación en ambas cámaras. Sería su mejor aporte.

En la lucha por abrir los archivos secretos y construir una Comisión Investigadora Independiente se juega la posibilidad de correr el velo sobre los hechos y la verdad de este crimen de Estado que deliberadamente los mantienen ocultos desde hace tantos años.



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3. EXPOSICIÓN DEL DR. JUAN TOKATLIAN
Profesor Plenario Universidad T. Di Tella (UTDT)

Muy buenas noches. Agradezco mucho a APEMIA la invitación a acompañarlos en esta que no puede ser sino una jornada de dolor. Pero también en estas condiciones, muchas veces, uno debe buscar los espacios, los ámbitos, para una reflexión profunda, crítica. Espero que hoy este encuentro que entre todos tenemos nos brinde esa oportunidad.

Lo que voy a intentar aportar en este caso, son algunos elementos para la deliberación. Probablemente sea menos categórico en algunos puntos e incluso llegue a ser ambiguo en otros. Esto es parte de mi necesaria aproximación a un tema de por sí complejo, que tiene distintas dimensiones y que en todo caso, creo yo, no admite una lectura categórica aunque sí una lectura firme.


Mi argumento central esta noche es que, en términos del tema AMIA, estamos en lo que los estudiosos llaman una “coyuntura crítica”.

¿Qué se entiende por una “coyuntura crítica”? Se entiende un breve período de tiempo en el cual es muy probable que las opciones que se vayan a escoger alteren el resultado.
¿A qué apunta ésto? A decir que en situaciones tales enfrentamos caminos bifurcados. No hay caminos lineales ni hay caminos únicos. Y cuando digo caminos bifurcados quiero decir que a mi entender en los próximos meses, quizás para más claridad hacia fines de este año o principios del próximo, tendremos los elementos más claros de esta coyuntura crítica.

Y por un lado esta coyuntura crítica nos puede llevar, probablemente y lamentablemente, a un camino de impunidad y trabas. Esto es: las decisiones y opciones que se están tomando ahora y en los próximos meses pueden llevarnos y reforzar los caminos de la impunidad, o puede ser el comienzo muy gradual de algo próximo a la verdad. Ni siquiera uso la palabra “justicia”.

Es el comienzo de algo próximo a la verdad. Y en ese sentido, me parece que es indispensable siempre tener al menos tres puntos de referencia.
El primero es cómo internalizar la cuestión AMIA. ¿Qué quiero decir con internalizar la cuestión AMIA? Recuperar el tema AMIA como un tema de política interna, un tema nacional, un tema propio de la Argentina, que tiene elementos vinculados al contexto internacional, por supuesto que sí, pero que se dirime acá y se dirime como políticas que ocurran acá.
Lo segundo importante es entender, creo yo, que no hay -salvo contadas excepciones y salvo determinadas coyunturas- gobiernos homogéneos. Esto es: en todo gobierno hay actores pragmáticos y actores ideológicos, actores moderados y actores radicalizados, actores atentos a los cambios y actores que debilitan los cambios. Actores que tienen miradas estratégicas y actores que tienen miradas tácticas. Por lo tanto, cualquiera sea la forma de internalizar la cuestión AMIA tiene, a mi modo de ver, que pasar por entender la naturaleza incluso de este gobierno y de las contradicciones y oportunidades que pueden darse. Nos guste más o nos guste menos, el conjunto de creencias que pueda llegar a tener el gobierno actual.

Y lo tercero es que sabemos de modo más universal -y el caso argentino es prueba de ello- los casos de lesa humanidad en Argentina son una demostración más de ello, que es indispensable una apropiación social de la cuestión AMIA. Una apropiación que lleve a la movilización, a la actualización del debate público sobre AMIA. No podemos seguir pensando en este tema en cuestión de días o de momentos o de situaciones. No podemos pensar que esto tiene sólo que ver con la DAIA y con la AMIA. No podemos pensar que esto no debe involucrar un abanico de partidos políticos, sectores sociales y organizaciones no gubernamentales, movimientos sindicales, actores políticos de diferentes naturalezas.

Porque si no existe esa apropiación social, obviamente, estos son casos que fácilmente pueden quedar en el olvido del conjunto de la sociedad. Y también pensemos que esa apropiación social siempre necesita un liderazgo. Siempre necesita un liderazgo, no surge espontáneamente. No es que toda la sociedad está atenta a alguien, no.
Pero una de las cuestiones que, a mi modo de ver, siguiendo este tema en Argentina en los últimos años, me parece que es inconveniente para aquellos que procuren la verdad, son los niveles de divisionismo, fragmentación y fractura que se reiteran sobre este tema. Yo sé que esto es muy difícil, que es muy complejo y que exige una tarea política muy sofisticada. Pero no conozco ningún caso exitoso de una apropiación de un tema tan central, de un tema que afecta tanto a la comunidad argentina, de un tema que afecta a los derechos humanos, de un tema que involucra al terrorismo que sea solamente manejable por un grupo o subgrupo de la sociedad.

Dicho lo anterior, entonces: ¿Cuáles son los elementos en el campo internacional que yo veo que son favorables a una internalización de la cuestión y a una apropiación social, respecto de aquellos temas internacionales que pueden dificultarlo? Es decir, ¿qué cuestiones nos pueden llevar por uno u otro camino bifurcado?

Yo creo que ha quedado claro, al menos para las potencias de Occidente, que en el Medio Oriente, en el norte de África y en Asia Central, ni ha triunfado el jihadismo ni ha triunfado la democracia. Y en consecuencia, la administración del caos ya no puede ser una política.

Ya no puede ser una política, y estamos viendo cada vez más iniciativas desde las sociedades, desde algunos gobiernos, para establecer no estabilidad, sino una promesa de un orden relativo manejable en buena parte, en particular en Medio Oriente, a pesar de toda la violencia que hoy estamos viendo. Y no me parece menor, por ejemplo, el esfuerzo que hoy están haciendo los europeos en materia de la cuestión israelí-palestina, para poner un caso. Pero hay muchos más.

El caos no es más administrable. Occidente no puede seguir viviendo con los costos y las consecuencias de una política que no resuelve casi ninguno de los problemas originales que hay en la región y que los interconecta con el mundo.

Segundo: cumplimos en estos días un año del Acuerdo P5+1 con Irán. Este fue un hecho fundamental de la política internacional de los últimos años. Quizá el hecho más trascendente en materia nuclear que haya conocido la comunidad internacional en los últimos 10 años.
Y lo que sabemos a la fecha es que Irán ni engañó ni dejó de cumplir. Esto es: está cumpliendo y no está engañando. Estos son los informes que nos brinda la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) que tiene una política intrusiva sobre Irán para que se atenga a todo lo acordado con las 5 potencias más Alemania. Y este es un hecho positivo, promisorio, porque despeja un foco de gran tensión mundial como pudo y ojalá que nunca pueda volver a ser, el proyecto nuclear iraní.

Esto no es fácil, obviamente que no es fácil. Ustedes ven la reacción de Arabia Saudita, ven las posiciones de otros países, pero estamos en un contexto novedoso y distinto donde al menos una parte de la comunidad internacional está diciendo, otra vez, “aquí hay unas nuevas reglas de juego; hay unos nuevos jugadores. Las políticas de antaño, muchas veces, no son las mejores políticas del futuro”.

Pero si este es el lado promisorio, hay un lado inquietante. Peligroso. Complejo.

En primer lugar, el futuro de las elecciones en Estados Unidos. No digo solamente las del Ejecutivo sino las del Legislativo que van a ser tanto o más importantes que las del Ejecutivo. Y allí vamos a tener una constelación de fuerzas en el Ejecutivo y en el Legislativo que tenga una política moderadamente más prudente y más incisiva, por supuesto, y menos belicosa hacia Medio Oriente, el norte de África y Asia Central o tendremos la tentación, la propensión de iniciar alguna nueva conflictividad. Y si se inicia una nueva conflictividad, va a ser ahí, no va a ser en el Ártico.

Lo otro preocupante, probablemente más preocupante después del Brexit por un lado y del golpe fallido en Turquía, es la situación entre Occidente y Rusia. Es una situación delicadísima, realmente delicada, donde todos los actores están jugando a tener el pulso muy alto aunque cada una de las partes está muy débil, tanto Rusia como Occidente y particularmente Europa. Y si hay un teatro de operaciones que puede servir para que los errores de percepción y los errores de cálculo estratégico se refrenden, puede ser otra vez el Medio Oriente.

Entonces podemos ir por un lado o podemos ir por el otro. Este es un juego abierto, porque estos fenómenos son sociales, políticos e históricos. No estamos predeterminados.

En todo caso, parado en Argentina, es la hora de la prudencia. Sea por los elementos promisorios o sea por los elementos preocupantes o alarmantes, es en términos de la política exterior en particular hacia Medio Oriente, y en cuanto a Occidente para Argentina, y en todo aquello que tenga que ver colateral o directamente con la cuestión AMIA, es el momento de la prudencia, de la moderación, no de la sobreactuación ilusa. No de colocarse en un lugar indebido cuyo efecto va a ser retrasar el tema de la AMIA aún más, y colocarlo en una pugna estratégica que no se necesita en esta hora. Y menos aún si los elementos favorables a los que hice referencia tienen un camino de mayor desarrollo relativo.
Esto es, repito, prudencia, moderación, no sobreactuación y entender que no es el momento ni es conveniente –creo yo- jugar una carta en la cual, entre otras, el problema histórico de Argentina en los ’80, en los ’90, en los ‘2000, con los Kirchner, con Menem o con todos nuestros gobiernos, fue creer que Argentina tiene un mínimo de control sobre lo que pasa en Medio Oriente. No tenemos ninguno. Si nos quedamos ahí, seremos presa de actores que tengan un poder de acción superior al de Argentina.

¿Qué hablar del plano interno promisorio? Creo que hay varias cosas que son muy importantes. Hubo mucha crítica, mucho debate legítimo, mucha furia también en su momento de parte de muchas organizaciones respecto al Memorandum con Irán.

El Memorandum con Irán ya es inconstitucional. Ergo es un “no tema”. Se acabó. A algunos les podía parecer que esa era la panacea; a muchos o a la mayoría le pareció o nos pareció que era inconveniente e incorrecto. Pero más allá de ello, se terminó. Es decir: el elemento que externalizaba aún más la cuestión AMIA y que la volvía a colocar allá afuera, no está. El gobierno no apeló a la Cámara de Casación, ergo no hay tratado. Estamos ante un hecho promisorio si es que volvemos a mi tesis de la internacionalización política y la apropiación social.

Segundo: Creo que el Decreto 395/2015 fue muy importante en cuanto a desclasificación de elementos que hacían parte de los archivos y que pasaron a ser objeto de atención de la UFI AMIA, de la Unidad Fiscal de Investigaciones. Yo creo que el trabajo que ha hecho esta Unidad es importantísimo y relevante. Por primera vez, ahora, todo ese conjunto de elementos que eran materiales parte de la cuestión reservada, al menos hasta que le fueron entregadas a la Unidad, hoy ya son una prueba documental. Eso es importante. Tener eso como una prueba documental para cualquier proceso futuro, sea a través de una Comisión o sea a través de otro procedimiento, es importante.

Más aún: la Unidad tuvo el coraje en el mes de mayo de pedirle (n. del e.: al gobierno,) ya no la desclasificación de elementos que tienen que ver con la Agencia Federal de Inteligencia, sino de todo el conjunto de instituciones: la Cancillería, la Policía, etc., etc., etc.

¿Cumplió o no el Gobierno? Todavía no. ¿Va a cumplir? No lo sé. Pero este es un actor activo y positivo en este tema.

Creo que se presenta una oportunidad fenomenal gracias a acciones como las que desarrolló Claudio (Lozano, nota del editor) en este tema en el Legislativo respecto al proyecto que elaboró APEMIA. Creo que en el mes de marzo, más de 100 académicos, artistas e intelectuales nos pronunciamos enfáticamente a favor de esta Comisión. Creo que hay un espacio nuevo, distinto, en el cual estos elementos están siendo objeto de, por lo menos, mayor sensibilidad, atención y también trabajo de parte de algunos órganos del Estado argentino.

¿Esto es la panacea? ¿Esto quiere decir que la justicia funciona? No. No quiere decir nada de eso. 
Quiere decir que hay ámbitos, que hay espacios y hay actores que están de una manera coherente, consistente, buscando llegar a la verdad en este punto. 

¿Qué es lo preocupante?¿Cuál es la otra vertiente preocupante? Yo creo que la idea que han elegido desde el Ministerio de Justicia y particularmente de la Unidad AMIA respecto a considerar el “Juicio por Ausencia”, es un problema mayúsculo. No solamente porque tiene problemas en cuanto a nuestro sistema procesal, no solamente porque trae muchas dificultades de todo tipo, sino porque nos vuelve a externalizar el tema. Nos vuelve a colocar en el hecho que entonces, a pesar de no tener presencia de los supuestos involucrados en este caso, vamos a tener seguramente una sanción, pero va a ser simbólica. No vamos a saber nada de la verdad. Se va a cerrar el caso.

Segundo: me parece muy inquietante el Decreto 656 de mayo 6 de este año, de parte del Gobierno que vuelve a colocar a la AFI con un presupuesto secreto. Este es un problema grave. Habíamos logrado que se iba a poner de manifiesto al conocimiento público (n. del e.: el destino de) los gastos de la Agencia Federal de Inteligencia. Este es un problema grave.

Y en tercer lugar creo que las referencias más recientes a que nuestras Fuerzas Armadas deban estar preparadas eventualmente para la lucha contra terrorismo, a mí como ciudadano, me inquietan. Porque no hemos resuelto ni un caso de terrorismo y ya nos queremos embarcar en la lucha contra el terrorismo. ¿Contra qué terrorismo? ¿Dónde? ¿En qué país? ¿En qué lugar del planeta?

Concluyo: creo que hay condiciones posibles, potenciales, eventuales, hipotéticas, a favor de ir abriendo el camino para alcanzar alguna verdad en este caso. Y me parece que la propuesta de APEMIA de crear una comisión especial investigadora, mixta, con personalidades y con miembros del Congreso, puede ser otra llave para abrir otra puerta, para que se abran aún más puertas y encontremos en algún momento y de alguna forma eso que estamos esperando y es no dejar a nuestra democracia en la oscuridad.

Muchas gracias.


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4. EXPOSICIÓN DEL DR. FEDERICO DELGADO
Fiscal Federal – Fiscalía Federal Nº 6

Buenas noches. De nuevo gracias por la invitación. Quiero aclarar que no voy a estar a la altura del profesor Tokatlian, mi exposición va a ser con mucho menos solvencia teórica.

Yo pertenezco a un espacio que tiene una responsabilidad altísima en la impunidad del caso de la AMIA. Yo soy parte de la Justicia y como tal vengo simplemente a narrar unas experiencias que he tenido como un trabajador más de ese lugar y sobre todo en lo que tiene que ver con la forma en que la justicia argentina encara el descubrimiento de la verdad, la relación que la justicia argentina tiene con el secreto, la relación que la justicia argentina estableció con la verdad, la relación que la justicia argentina establece con las reglas.
Max Weber decía que la Razón de Estado o el Secreto de Estado, era la Razón del régimen. A mi me parece que la justicia argentina tiene una tendencia natural a ser funcional al poder de turno, pero no lo digo yo, lo dicen los hechos ¿no?


La Argentina es un país, todos lo sabemos, con graves problemas de impunidad.
El secreto de estado es casi una renuncia consciente a la verdad
. Si partimos de la base que en los Estados Nación los sistemas judiciales son el modo de evitar la guerra de todos contra todos, los estados expropian los conflictos de la sociedad civil y los tratan de reconstruir y juzgar de acuerdo a una ley imparcial, por funcionarios calificados para eso. Si partimos de la base que hay un secreto, que hay un espacio al que no se puede acceder, hay una zona de oscuridad que hace imposible repartir la verdad, porque la verdad además, todos lo sabemos, es un campo de disputa.

La verdad se disputa, la verdad se construye, la verdad se discute socialmente, los procesos judiciales tienen una tendencia a cerrarse, tienen una tendencia a no permitir la participación de la sociedad civil. Los procedimientos judiciales y quienes los pone en movimiento, que somos nosotros, los funcionarios del Poder Judicial, por ahí tenemos la arrogancia o la soberbia de por ello obtener o creer que tenemos el monopolio para conservar la verdad y cercenamos los matices las visiones y las participaciones de las partes.
Cada vez que un tribunal impide que las víctimas, los querellantes, los defensores interroguen a un testigo evidentemente están cometiendo un error, están cercenando una de las formas de ver los procesos. Esto tiene que ver con una “cultura jurídica”. Hay malos jueces, hay buenos jueces, buenos fiscales, malos fiscales, no me parece que sea una cuestión, por ahí, solamente de personas. Hay un entramado cultural, hay una inercia, hay una socialización judicial que hace que nuestra administración de justicia funcione de esta manera.

Digamos: nuestra justicia ha divorciado dos palabras que en la Antigua Grecia iban de la mano: la Ley y la Justicia. La sociedad argentina a través de sus representantes se ha dado una legislación y se ha construido, sobre esa legislación, una forma de verla, de interpretarla, que tiene que ver con el positivismo jurídico –que no quiero entrar en tecnicismos, sobre todo porque acá hay gente que sabe mucho más que yo– pero que separa la moral del Derecho. El derecho se toma simplemente como una forma de solucionar los conflictos de un modo formal.  Se renuncia a la justicia: no importa que la solución sea “justa” lo que se privilegia es que sea legal.

Esto tiene graves problemas porque no devolvemos a la Polis, a la ciudad, a la ciudadanía, a la sociedad, el conflicto reparado, sino que a veces devolvemos productos que ni siquiera son fáciles de digerir.

Nuestro sistema judicial tiene otra característica muy importante: en general las leyes, las leyes de procedimiento son el camino para respetar y de ese modo conseguir la verdad, construir la verdad. Los procedimientos son caminos, senderos que hay que transitar para conseguir la verdad, simplemente eso y en la Argentina, a veces las reglas funcionan para obturar la verdad y esto no es un problema de las reglas, es un problema de actores, es un problema que tiene que ver con una cultura, con una cultura que tiende a la abstracción, a alejar a la justicia de la sociedad, que tiende, repito, a privilegiar la solución legal por sobre la solución justa, y que tiende constantemente a ocluir la participación ciudadana en los procesos.

De hecho tengo pruebas empíricas, no con demasiado rigor metodológico, pero los organismos de DDHH, la gente de Once, el caso Mariano Ferreira, el caso Cromañón, han sido procesos judiciales donde la sociedad civil, para usar el concepto de Juan (n. del e.: Tokatlian), “se apropió” socialmente de esos temas. Y esta apropiación social puso luz en los Tribunales y la luz contribuyó a que esos procesos, razonablemente, cambiaran hacia algún lugar y de algún modo se llegara a algún producto que satisfizo a la mayoría, o al menos llegamos a la sentencia.

Tenemos este problema en la Argentina que las causas permanecen en un eterno “durante”: empiezan pero nunca terminan o cuando terminan, terminan 20 años después, 15 años después, cuando los imputados están muertos o cuando ya la sociedad, prácticamente, olvidó ese conflicto.

Lo que intento decir es que los problemas que tienen los empleados judiciales son graves, no los voy a descubrir yo. Hay problemas de temporalidades, hay problemas de impunidad, hay problemas de lejanía, hay problemas de apropiación de los conflictos de manera anómala, hay problemas de monopolización de la palabra de la Ley, pero digamos para mí como mi experiencia indica que la única manera de contrarrestar o balancear esa perspectiva, tiene que ver con la participación ciudadana.

La única manera que el Estado, la administración de la justicia, funcione de manera tal que devuelva a la sociedad una política pública que son las sentencias, que de algún modo sea una especie de bálsamo que repare los conflictos, que reconozca al vencido y que castigue al culpable, tiene que ver con la apropiación civil o con la participación de la sociedad civil en la construcción de los procesos judiciales. De lo contrario vamos a seguir con estos problemas y vamos a seguir atados a las buenas intenciones de algunas personas, a los esfuerzos de otras, pero no vamos a lograr construir una institucionalidad basado en una mente autónoma.

El problema de nuestra justicia es que no es autónoma. Tenemos una institucionalidad que no logra, de algún modo, pararse por encima de los clivajes sociales superpuestos, nuestra administración de justicia tiende a acompañar los tiempos políticos y esto es grave. Ahora la solución de esto, además de los problemas de los actores judiciales tiene que ver con un problema social, es un debate que tal vez nos debemos los argentinos sobre qué sistema judicial queremos, qué justicia queremos y, de algún modo, si vamos a seguir soportando que a la justicia le marquen la cancha otro tipo de poderes. Porque incluso en los casos de DDHH aún no se ha podido entrar a los archivos ni de la SIDE, ni de la policía, ni del ejército… y ya van 40 años que se está trabajando, se han hecho esfuerzos internacionales, hay previsiones de diversos lugares, de todas partes del mundo y aún no se ha podido conseguir con certeza y ver, clasificar y analizar los archivos secretos del Estado de una época tan sangrienta.

Entonces, me parece que lo de la AMIA no tiene que ver solamente con una isla, sino que se inscribe en un patrón de comportamiento de nuestro sistema judicial que tiende a recortar los hechos y tiende, de alguna manera, a administrarlos, no de un modo autónomo sino de acuerdo a las facciones que ocasionalmente ocupan los roles de gobierno. Y me parece que eso tiene que ver con una debilidad de nuestra institucionalidad y no deja de ser un problema colectivo aún para los que sostienen la distinción entre Estado y sociedad civil. Son mecanismos de ida y vuelta y de retroalimentación.

Entonces a veces la luz pública, la acción ciudadana, si la sociedad funciona como un tábano hostigando y de algún modo pinchando al sistema judicial, es la única forma de modificar los patrones culturales que trascienden a quienes ocasionalmente ocupan los juzgados, las fiscalías y los demás tribunales. Nada más.




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5. EXPOSICIÓN DE CLAUDIO LOZANO
Diputado Nacional (MC) – Unidad Popular

Muy buenas noches. Muy agradecido de poder compartir esta mesa, este momento. Lo mío va a ser menos solvente todavía.

Tengo muchos acuerdos con la ya manifestado. Pero voy a tratar de ubicar sólo dos reflexiones en relación a lo que creo que mueve a todos los que estamos acá para tratar de, por lo menos, transmitir, señalar, cuál es el punto en el que creo que estamos respecto a la tarea política que tenemos. Porque lo que hay acá es una tarea política a llevar adelante.

Lo primero que quiero decir es que hoy, en este día, hubo cuatro actos con éste. Son cuatro manifestaciones en estos 22 años del atentado. Pero quiero sí rescatar, porque creo que en la construcción de una perspectiva es importante hacerlo, que este encuentro tiene una particularidad respecto al resto de los actos. La primera es que tiene una caracterización distinta del problema y que lo tiene en la propia convocatoria de la mesa: no habla de “un acto de terrorismo”, habla de “terrorismo de Estado”. Y en relación con el Terrorismo de Estado, ubica la cuestión de los “Archivos Secretos”.

Y la segunda singularidad del encuentro en el que estamos, que también creo que es muy relevante, es que hay una propuesta concreta para intervenir “hoy” respecto a lo que está ocurriendo, y que es la creación de la Comisión Investigadora Independiente.

Sobre estas dos cuestiones es que yo quiero profundizar algunas cosas, que en parte se han dicho.

Lo primero que quiero destacar es la importancia de ubicar esto en el territorio de la caracterización del Terrorismo de Estado y ver, o en todo caso tratar de profundizar, qué estamos diciendo cuando decimos eso. Está claro, cuando uno mira los 22 años que han transcurrido, que ha habido una construcción permanente y sistemática de una suerte de muro de impunidad, muro de impunidad que lo construyeron de manera articulada, el Poder Judicial, que en realidad en lugar de perseguir o identificar a los responsables cometió todo tipo de delitos e irregularidades en el proceso que involucran pruebas contaminadas, involucran pistas omitidas, que llega al punto de lo que estamos viviendo hoy, donde hay un juicio llamado por encubrimiento, donde está involucrado el juez y los fiscales que intervinieron en el proceso judicial.

Muro de Impunidad construido por el Poder Judicial y por el Poder Legislativo que conformó una Comisión Bicameral para seguir el proceso judicial tanto sobre la Embajada de Israel como sobre el caso AMIA y que, en lugar de llamar a la atención sobre las irregularidades del proceso, avaló ese proceso. Y muro de impunidad construido también por el Poder Ejecutivo, llevamos ya 8 presidentes de distintos colores políticos. No se ha logrado instalar una perspectiva cierta en este terreno; es más, también forman parte del juicio por encubrimiento el ex presidente Carlos Menem, en aquel momento, y el ex jefe de la SIDE. Les vuelvo a dejar en claro que el hecho de que esté transcurriendo este juicio donde está el ex presidente, el ex jefe de la SIDE, el juez y los fiscales que intervinieron en todo esto, no ha motivado que la estrategia judicial involucre pensar que hubo un plan de encubrimiento. Y en realidad cada uno de ellos está siendo juzgado por haber faltado, en alguna medida, a sus responsabilidades como funcionario. Es decir, es una especie de juicio individual sobre lo que cada uno hizo o dejó de hacer, pero no se discute que forman parte de una trama común.

Pero tomando en cuenta el propio Poder Ejecutivo, tenemos la declaración del propio ex presidente Néstor Kirchner, que en su momento dijo que era una verdadera “vergüenza nacional” lo que había ocurrido con el manejo que se había hecho en toda la causa AMIA, y que incluso terminó aceptando, en lo que fue el decreto 812 del 2005, aceptando expresamente que existió encubrimiento en los hechos, que había incumplimiento grave y deliberado de la función de investigación y que había habido una clara denegación de justicia. Esto dicho por el propio Poder Ejecutivo.

Incluso la ex presidenta Cristina Fernández, en la apertura de sesiones del 1º de marzo del 2013, llegó a decir que de lo que se trataba era de llegar a un juicio en el que no se iba a saber absolutamente nada porque, agregó, “se había fabricado una causa que no tenía ningún tipo de anclaje legal”. Un reconocimiento un poco tardío ¿no?, porque lo hizo 9 años después del juicio y en realidad, en el marco de un gobierno tanto el de ella como el de su marido que pese a lo reconocido en el decreto 812 del 2005, no accedió a la apertura de los archivos e incluso terminó apuntalando la construcción de una hipótesis sobre el atentado que estaba asociada al alineamiento internacional en el marco de la lucha contra el terrorismo, más que a la discusión de la idea de este atentado como crimen de Estado o Terrorismo de Estado.

Es obvio, por la historia de estos 22 años, que los tres poderes encubrieron. Ahora, si los tres poderes encubrieron, es porque tuvieron razones para hacerlo. No fue un encubrimiento fruto de la equivocación. Y la única razón para hacerlo es que el Estado argentino está involucrado en el atentado. La única razón para que los tres poderes del Estado hayan contribuido al encubrimiento es porque el Estado está involucrado.
Es más: la deliberada decisión de colocar siempre el tema y la suerte de la causa AMIA en el marco de la discusión de la geopolítica internacional, cumplía con la expresa misión de desplazar la discusión y la responsabilidad del Estado argentino. La idea de Terrorismo de Estado refiere a esto, refiere a que el Estado es responsable.

Ahora, creo que hay un segundo elemento que agregar en la idea de terrorismo de Estado, que en realidad no comienza con el caso AMIA sino que tiene su punto de inicio a partir del genocidio de la dictadura y de algunos efectos que implicó el proceso dictatorial en términos de replanteo del sistema político y de las fuerzas armadas en general, que dieron lugar a ciertas modificaciones en el aparato estatal.

La figura del “desaparecido”, que es una figura central de la característica particular que tuvo el proceso represivo en la Argentina, distinta a Chile, distinta a Uruguay, tiene que ver con un Estado que produce el terror, pero que al mismo tiempo elude la responsabilidad de hacerse cargo de la represión que impone. Por eso no eran “detenidos”, eran “desaparecidos”. Ahora, este hecho no implicaba que lo que se estaba llevando adelante y que no era una represión de carácter legal, fuera anárquica. En realidad lo que hubo fue la creación de un Estado paralelo, clandestino, organizado, con un sistema de archivo de control de las responsabilidades que se llevaban adelante y por lo tanto la clandestinidad, la existencia de documentación y la diseminación de las responsabilidades de lo que se llevaba a cabo, tenía por objeto evitar las delaciones.

Como las cosas que ocurren en las sociedades no son frutos de marcianos que desembarcan y luego se van, sino que tiene que ver con estructuras de poder que hay en esas sociedades, estructuras de poder que por lo general son más persistentes en el tiempo, no desaparecen de un día para el otro, esta tendencia a un Estado, a una parte clandestina del aparato estatal, siguió viviendo con nosotros en el marco del proceso institucional. Y es más, yo diría que en todo caso, en los momentos donde la comunidad por diferentes razones que tienen que ver con su avance en materia de consciencia, por su grado de movilización, de cuestionamiento, da un salto en términos de democratización, es ahí donde estas cosas o se conmueven un poco o podemos verlas un poco mejor o las podemos cuestionar o podemos, incluso, empezar a desarticular algunas de ellas.

La persistencia de la clandestinidad no sólo aparece en el caso AMIA. Son muchos los casos de la etapa institucional en donde uno puede ver esto, ¿no?

Digo: claramente, Kosteki y Santillán es un caso donde esto también aparece. El caso de Jorge Julio López es otro caso donde esto también aparece, obviamente ni qué hablar el caso de la muerte de Nisman.

Ahora, recién fue con la irrupción popular del 2001, en términos de cuestionamiento político que se abre en ese momento, que se abrió un espacio que permitió avanzar con el tema de la derogación de Obediencia Debida y Punto Final, que permitió abrir la puerta a terminar con los indultos y que le abrió la puerta a los Juicios por la Verdad e, incluso, a la capacidad de lograr parte de la información y algunos de los archivos, porque algunos sí se lograron: el caso de la disolución del área de inteligencia de la policía de la Provincia de Buenos Aires y la creación de la Comisión de la Memoria en la Provincia de Buenos Aires es una demostración palpable, porque además, la documentación estaba allí y esa documentación, debidamente analizada y sistematizada, fue vital para la presentación de argumentaciones en las diferentes causas que se llevaban adelante.

Antes del 2001, lo que había habido fue la pelea de todos, centralmente de los familiares, de las Madres, de las Abuelas, de todos los comprometidos con el movimiento de Derechos Humanos y una definición muy clara: objetivos precisos, identificar lo que existía, ese aparato clandestino del Estado, esos archivos y la necesidad de avanzar en esa dirección.

Lo que quiero decir con esta reflexión es que, hablamos de Terrorismo de Estado porque si los tres poderes encubrieron es porque el Estado es responsable, no hay otra razón que explique… nadie puede hacer ninguna elucubración particular para dar otra explicación sobre esto; y en segundo lugar la idea de Terrorismo de Estado, habla de la persistencia de actividades de carácter clandestino que son el resultado de la herencia dictatorial y que siguen existiendo en el marco de la institucionalidad vigente.

Y estas cosas, lo que se ha demostrado en la experiencia histórica que tenemos es que sólo procesos de avance comunitario y democratización son los que le ponen límite o que abren la puerta a una resolución.

Dicho esto sobre esta primera reflexión, voy a la segunda que tiene que ver con ¿en qué punto, estamos?. Yo creo que la abnegación, el compromiso y la pelea de los familiares de las víctimas del atentado terrorista de la AMIA, sigue sosteniendo el tema con absoluta presencia en la sociedad argentina. La demanda de Verdad y Justicia está puesta allí.

Creo que es un acierto de APEMIA ubicar el tema de la Comisión Investigadora Independiente, básicamente porque alude al papel central del avance en la democratización y el papel de la comunidad como control sobre el espacio institucional. 
Por eso es que la propuesta de la Comisión es una propuesta donde la mayoría no está manos del Poder Legislativo sino que está en manos de las personalidades y referencias que integran la Comisión. Creo que es importantísimo sostener la denuncia sobre el tema de la existencia de áreas clandestinas del aparato estatal y de la importancia de ir sobre los archivos. Yo quiero recordar que siempre nos dijeron, en la pelea del movimiento de Derechos Humanos, lo mismo que dicen ahora: “¿pero y cómo vamos a poder juzgar después de tanto tiempo? ¿Y qué información va haber?” Y, de repente la información aparece, está. No es que se hizo lo que se hizo y no quedó en ningún lugar.

Y creo que los cambios en la geopolítica internacional, aún tomando obviamente las alertas que planteaba Tokatlian, yo creo que el hecho de que el acuerdo nuclear con Irán haya corrido a Irán del lugar del eje del Mal, ha hecho ingresar al sistema político dominante en la Argentina y a la estructura de poder en general que había venido construyendo una salida de impunidad, en un conjunto muy grande de contradicciones. Yo creo que hoy están sin saber muy bien para dónde ir y eso, quiero decirles, creo que es lo mejor que nos puede ocurrir, porque cuando “saben adónde ir”, estamos fritos. Tengo la impresión de que entre lo que hemos peleado, lo que hemos instalado, la propuesta y todo el conjunto de cosas que han venido ocurriendo, hoy están en una situación de conflicto y de contradicción, donde la hipótesis que sostenía la acusación a Irán, comienza a presentar problemas, tiende a derrumbarse, a diluirse, por lo menos por como está formulada hasta acá.

Creo que la idea de “Juicio en Ausencia” que la planteaban con mucha fortaleza, cada vez tienen menos fortaleza para plantearla. Nosotros hemos vivido debates en el parlamento nacional, debates con el Ministro de Justicia, debates diversos donde no pueden dar ni dos argumentos para sostener esta idea, más allá de que siempre aparece algún energúmeno que escribe algo en el diario diciendo que ésta es la salida. Digo: eso va a seguir ocurriendo, pero ciertamente, la verdad, es que tienen muchas dificultades para sostenerlo.

Contradicciones que, obviamente, llevan puesta la muerte de Nisman, que es parte del derrumbe de esa hipótesis. Tenemos cosas extrañas: el asalto a las oficinas de la AFI, en marzo pasado, sustrayendo información del caso AMIA. Y lo que mencionaba Juan (n. del e.: Tokatlian) también respecto al tema del informe de gestión de los Fiscales. Es un informe sumamente interesante, porque si bien sigue sosteniendo la hipótesis de Irán, primero muestra que hay un conjunto de agujeros en eso, demasiado importantes, y los enumera y, además, empieza a abrir la puerta a que hay otras líneas de investigación posibles. Por lo tanto, desde la misma Unidad también aparecen cuestiones que están mostrando cierta dificultad con esto. Y en esas profundas contradicciones creo que está la situación del gobierno nacional, que tiene dificultades. Si uno se dejara llevar por la articulación del gobierno nacional con el lobby de la comunidad judía y con el Estado de Israel ya hubieran resuelto un montón de cosas y sin embargo no lo hicieron. Y en este contexto, la verdad es que la experiencia que nosotros estamos teniendo es que la discusión de la propuesta de la Comisión, no hace otra cosa que concitar apoyos. Apoyos y adhesiones. Es más, estoy convencido que vamos a presentar parlamentariamente el proyecto de la Comisión con un respaldo casi completo del arco político institucional en la Argentina.

El único punto, diría, donde estamos para atrás y que esto señala la contradicción (n. del e.: en la política del gobierno), es en el tema de una cierta tendencia bastante clara, en mi opinión, que es el tema de reforzar el secreto, el secreto de los archivos. Tengo la impresión de que estamos en un momento donde podemos presentar con mucha potencia el proyecto de la Comisión y creo que en el ámbito de esa legalidad institucional podemos instalar el debate sobre los archivos con una perspectiva bastante más interesante que la que hemos tenido hasta ahora.

La movilización social es imprescindible, seguir discutiendo esto en profundidad también. Creo que hemos dado pasos muy importantes y creo que las contradicciones que tiene el relato oficial o dominante sobre este tema son hoy de una magnitud superior a otros momentos y creo que estamos en condiciones de avanzar. Muchísimas gracias.


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6. PALABRAS DE CIERRE DE LAURA GINSBERG
Dirigente de APEMIA

Buenas noches. Voy a ser breve, no por el tiempo, sino por la densidad de lo aquí dicho y los conceptos que hemos compartido.

Miren: escuchando a cada uno de los panelistas, tengo que decir que es el primer 18 de julio en donde después de tantos años puedo empezar a pensar de que parte de la tarea se está concretando y se está cumpliendo y que este esfuerzo de esta “apropiación social” de la que se hablaba en cada una de las intervenciones, está empezando lentamente a dar sus frutos.

Este esfuerzo de apropiarnos, de hacer parte nuestra, de presentar el crimen impune de la AMIA como una causa nacional de Impunidad en nuestro país… De poder vincularlo desde los inicios con las luchas de los familiares y de los organismos de Derechos Humanos, de las Madres y de las Abuelas contra la dictadura genocida. Para nosotros, de manera casi diría intuitiva, y les estoy hablando de muchos años atrás, fue una dirección, marcaba una dirección, el sentido de una lucha.


De todas maneras todavía también percibo que falta mucho. Falta mucho porque esto de la apropiación social tiene sus golpes que a veces uno los siente porque nos tiran para atrás. Cuando avanzamos con un proyecto concreto de una Comisión Investigadora, cuando sabemos que estamos apuntando al corazón del problema, cuando exigimos la apertura de los archivos secretos, el camino parece bifurcarse y siempre en el otro lado aparece una propuesta que conspira, que petardea, que pretende dinamitar este camino que estamos construyendo para conocer la verdad.

Como decía Federico (n. del e.: Delgado) sabemos que estamos transitando un camino para conocer la verdad y al mismo tiempo también conocemos parte de ella porque la venimos construyendo durante estos 22 años. Y sin duda, también sabemos que estos obstáculos, impedimentos, políticas contrarias al conocimiento de la verdad, que tienen que ver con propuestas del pasado, con propuestas que pretenden otra vez llevarnos a un terreno internacional en donde la Argentina no manda sino que es usada para resolver políticas afuera, en donde el atentando a la AMIA fue un instrumento para intervenir políticamente desde esta región del planeta, entendemos que todavía falta.

Y la preocupación o creo que lo más relevante en este punto es la cuestión del secreto de Estado, la cuestión de los archivos. Así como mencionaba Federico respecto de que no hay posibilidad de de verdad y justicia cuando se impone el secreto, sabemos que es el instrumento que permite esta clandestinidad que para nosotros no es una clandestinidad sino que es una parte constitutiva de la estructura del aparato del Estado. No funciona en clandestinidad, funciona a los ojos de todos.

El tema es cómo poder seguir motorizando esta lucha, esta apropiación social y arrebatarles lo que más nos impide avanzar y lo que más les cuesta entregar. Ahí, en esos archivos, es donde está esta responsabilidad del Estado: la encubridora y la criminal.


Y somos conscientes de que aún cuando estamos orgullosos de haber profundizado en esta lucha; de haber legalizado la Comisión en términos de un proyecto de ley; de saber que hoy tenemos muchas más adhesiones y muchos más apoyos de los que hubiéramos imaginado, sabemos que no va a haber Comisión viable, aún cuando se apruebe el proyecto de ley, si no logramos que entreguen todos los archivos secretos que el Estado argentino sigue ocultando y que se los sigue ocultando aún a los mismos Fiscales que trabajan desde la Unidad Fiscal de Investigaciones y que, desde hace tan poco tiempo, recién han iniciado un trabajo que puede ayudar -sin duda- al futuro trabajo de la Comisión, el día que la Comisión funcione.

Quiero comentarles algo más y cierro, que tiene que ver con dos momentos de esta lucha que nosotros los familiares venimos sosteniendo durante tantos años. Por alguna razón recién se me ocurrió, se me cruzó, que el año que viene, cuando se cumplan 23 años del atentado a la AMIA, se habrán cumplido 20 años de aquél discurso que dimos los familiares en la calle Pasteur diciendo que el gobierno de Menem y Duhalde eran responsables de esa impunidad.

Hoy me parece que estamos viviendo un momento mucho más elaborado en base, por supuesto, a toda una experiencia de tantos años y con una propuesta más concreta y elaborada también, acerca de cómo superar esta impunidad. Lo que hace 20 años fue una denuncia visceral en una oportunidad impensada por todos nosotros y que provocó toda la conmoción social que provocó, hoy, después de tantos años se traduce en un proyecto concreto que objetivamente puede sacarnos de este estado de oscuridad y de impunidad y puede llevarnos al conocimiento de la verdad para, recién después, poder impulsar el juicio y el castigo para todos los responsables, me parece que tenemos mucha tarea por hacer, como decía Nora (n. del e.: Cortiñas) hace un rato largo y estamos comprometidos para llevarla adelante. Muchas gracias.

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